12 enero 2011

La Última Carta

Laura:
Ayer me acorde de vos. Es extraño. Desde que nos conocimos nunca quise que estuviéramos separados. Y ahora, dulce ironía, no puedo volver a tus brazos.
¿Te acordás de cuando éramos chicos? En un principio no te conocía bien. Misma clase de inglés, mismo horario, 6º grado. Una formula total para él desencuentro. Sin embargo, había una especie de competencia de mi parte para superarte.
Como esperé, pasaste. Yo no me había fijado sino hasta un año después. Luego llegué a conocerte mejor. No fue amor a primera vista. Creo en que existe, pero nunca lo sentí. Quizás no estaba preparado…
En fin. No sé por qué te cuento estas cosas. A veces me olvido que ya las sabés, pero necesito escribirlas. Me sentiría mejor.
         Unos años después, volví a verte. Un amigo estaba con vos y...
No. Mejor no hablemos de eso. Es un momento de mi vida del que no me enorgullezco.
         Me acuerdo del año siguiente. Yo iba a tu oficina, para encontrarme con unos amigos, y te volví a ver. No sé qué me pasó, pero me empezaste a gustar. Desde entonces empecé a ir más seguido. Pero no tenía el valor de hablarte. Temía que me rompas el corazón, como las demás.
         Deje de verte, pero no dejaste de estar, al menos, en un pequeño espacio de mi corazón. Busque sacarte de allí, tratar de olvidarte. Busque a otras personas. Amores que me hicieran no tener que verte en cada lugar al que iba.
         Pero fue inútil. Estabas prendida a mí como si de ello dependiera mi existencia.
         No te puedo describir mi felicidad cuando estuvimos juntos. En una noche, mi vida cambió por completo. Estabas tan hermosa bajo las luces de la fiesta de esa amiga que teníamos en común. Nunca fui muy buen bailarín, ni tampoco muy arrojado, pero no sé como junté el valor para sacarte a bailar.
El brillo de tus ojos…tu pelo en movimiento… tu perfume… mi mano en tu cintura… y el beso. Ese beso fue como la gloria para mí. Fue como si después de años, fuera finalmente feliz. Como si la luz hubiera entrado en mi vida.
Fueron los mejores años de mi vida. Cada día, una risa, una caricia, una palabra de cariño, un abrazo, un beso. Esos días estaban llenos de esperanza. No podía evitar mirarme a mí mismo en el pasado y pensar que ese fui yo alguna vez. No quería que eso se acabara nunca.
Pero se terminó. Ahora no sé si volveré a verte. Cada día espero sentir tus pasos por el suelo, tus manos en las mías, tu voz hablándome en la noche. Muchas veces me doy vuelta en mi litera, esperando encontrarme con tu cuerpo, abrazarte, y saber que está todo bien. Pero solo el frío y vacío aire nocturno roza mi piel.
Mañana me mandan al frente de batalla, con otro destacamento de desdichados, sin nada más que una mochila. Un rifle y mi tristeza. Espero poder volver a verte alguna vez. No voy a pedirte que me esperés. Solo quiero que recés por mí. Quiero que te acordés que lo único que me asusta de la muerte es que te saque de mi lado. No te olvides que te amo.
                                                                           Esteban
28 de febrero de 2019

1 comentario:

  1. Me paso por tu blog :)
    PD:Es raro leer este cuento ahora.
    Atte: Azul. ^^

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