28 mayo 2014

FaceGod

Y como si nada, un día Mark Zuckerberg anunció la novedad del milenio: Dios estaba haciendo su página en Facebook.

La noticia causó gran conmoción en el mundo. Ante los incrédulos, el propietario de la red social contaba la siguiente historia: un día, un ángel se le presentó diciéndole (con un marcado acento tejano) que el Cielo estaba en medio de una agresiva campaña de cambió de imagen. Que la imagen medieval que venían llevando estaba muy “out” y, si bien el Papa nuevo transmitía otra onda que llamaba más gente, el Jefe consideraba que necesitaban algo más global, más “marketinero”. Ahí es donde le pidieron al Zuckerberg que empezara la gestión del Sitio Web Divino. Anunció el día del lanzamiento para el cuatro de marzo.

Al principio, todo el tema fue tomado en forma de broma por informáticos y programadores; de herejía por religiosos; y de seria necesidad de atención por algunos psicólogos. Sin embargo, a minutos de haberse inaugurado el dichoso Perfil, Dios ya tenía millones de solicitudes de amistad. Parece ser que tuvo gran acepción, dado que la página cambiaba depende de quién la abriera: para los católicos y judíos aparecía como “Dios”, con la foto de perfil del ojo; los musulmanes veían a Alá; los narcisistas a ellos mismos; y los ateos se daban con un “Error 404: Page not found”.

Este hecho sirvió para confirmar el milagro. A medida que pasaban los días, el perfil se fue llenando de gente que pedía, agradecía y rezaba. Dios contestaba a todos y se daba el tiempo para compartir pasajes bíblicos y enseñanzas.

Con el tiempo, la cosa pareció ir cambiando. Dios respondía cada vez con menos solemnidad, tuteando a los creyentes e insistiendo en que le dijeran “Viejo” o “Barba” en lugar de “Señor”. A nadie le preocupó mucho hasta que un Testigo del Susodicho se indignó al ver que “Jehová indicó que le gusta Ozzy Osbourne”. Mucho peor fue cuando las instituciones de la Fe en todo el mundo se levantaron ofendidas al ver que el Altísimo compartía videos de “Bailando por un Sueño”, frases de Chespirito y fotos de la Scarlett Johannson en bolas.

Lo que fue el colmo fue el álbum de las fiestas en el Paraíso. Las fotos (tomadas por el Alfa y Omega mismo) mostraban a Mahoma y la Madre Teresa apretando en el oscurito, tequila de por medio. Otra tenía a San Juan jugando al poker con Lennon, Ghandi y Mandela por unas pastillitas de écstasy. Las más difundidas mostraban a  Jesús, Buda, Juan Pablo II, Sor Juana Inés de la Cruz y Mercedes Sosa saltando desnudos a una pileta llena de vino.

Todas las religiones se escandalizaron de tal manera que se unificaron para exigir a Zuckerberg que cerrara esa página “blasfema, insultante y excecrable”, pero éste se excusó mostrando a sus empleados convertidos en estatuas de sal al intentar clausurar el perfil del supuesto Dios.

Impotentes, los líderes de los credos volvieron a los suyo. Eso sí, cuidando a sus fieles y constantemente advirtiéndoles de “los peligros de las mentiras en la Red”.

El punto es que el asunto se olvidó en menos de una semana.


Ahora solo somos unos pocos los que seguimos visitando el perfil del Barba para leer sus consejos, joderlo por el Ask, consultarlo y darle like a las fotos de su asado con Morgan Freeman.