10 junio 2011

Carta a Vos mismo

¿Nunca lo imaginaste, verdad? No, por supuesto, no podías verlo venir. Nadie pudo. Pero ahora te ves a vos mismo envuelto en algo de lo que no vas a poder salir sin perder. Te lo advertí. Desde el principio te lo dije. Te dije que deberías haber hecho. Adonde deberías haber pisado. Qué lado deberías haber abrazado. Pero no. Nunca me haces caso, ¿verdad?
                Típico. Nunca lo hiciste ¿Hace cuantos años que te conozco? ¿Seis, siete años? Y aún así te conozco mejor que vos mismo. Es increíble.
                Cuando empezaste a ignorarme, es el momento en que menos deberías haberlo hecho. La cagaste. Una y otra vez. Diste un paso en falso después de otro. Incluso cuando empezabas a hacer las cosas bien, inevitablemente hacías algo que tiraba por tierra todo lo que habías logrado.
                La traicionaste. Lo sabes. Y se que te carcome por dentro. Puedo ver lo que te pasa. Soy parte de vos y veo como cada vez que repasas el momento en que fallaste, te invade un sentimiento de asco hacia vos mismo. Te detestás. Y me detestás. Porque sabés que yo tenía razón. Siempre lo supiste. Pero decidiste ignorarme, por el solo hecho de que pensabas de que podías hacerlo solo.
 No podés. Esa es la verdad. Nunca pudiste. Para algo estoy yo aquí. Aparte de que nos odiemos mutuamente, tenés que recordar que dependemos uno del otro. No podes existir sin mí así como yo sin vos no existo. Somos uno. Siempre lo fuimos.
                Ella lo sabía. La otra también… nunca lo pensaste. Esos sentimientos que quedaban dentro tuyo se fueron de control, ¿no es cierto? Aguantaste bien. Hasta que se salió de control. Y una vez que empezaste no pudiste parar. No podías. Veías lo que pasaba, pero era como si no fueras vos. Como si vieras un film, y vos solo fueras un desafortunado espectador. Nunca quisiste hacerlo. Al menos te diste cuanta de lo que sucedía y frenaste antes de que fuera demasiado tarde. El problema es que la culpa por haberlo siquiera intentado te va a perseguir. SIEMPRE.
                Pero ahora tenés que callar. Tenés que cerrar la boca, sonreír y seguir adelante. Eso nunca sucedió. No es verdad. Fue solo una pesadilla. Te vas a dar cuenta con el tiempo de que todo fue una farsa de tu mente. Si nunca pasó, nunca lastimará a nadie, ¿verdad?
                Ya tocaste fondo. No sabés que hacer con eso. Es difícil, lo sé. Pero lo mismo tenés que levantar la cabeza y seguir adelante. Porque no hay otra. Y quiero que sepas que voy a estar ahí para ayudarte. Si algo aparece por ahí a joderte, voy a salir a reventarlo, que no te quepa la menor duda. Porque te necesito. Ya aunque no lo admitas, me necesitas.
Nos vemos afuera
Joaquín