16 noviembre 2013

Confesión

“Hola. Perdón por no haberte hablado en tanto tiempo, pero son raras las veces que siento la necesidad de pasarme por acá. Digamos que no trae muy buenos recuerdos para ninguno de los dos, ¿no? Como sea, hay muchas cosas que quiero decirte. Quizás lo debería haber hecho antes. O quizás nunca, se me hace que te rompo demasiado las bolas con este tema. Bueno, lo importante es que vine, y ya que estamos, te lo voy a decir. Tranquila, no me voy a quedar mucho. Un ratito nomás y te dejo de joder.

Hoy me senté a ver el álbum. Ese viejo álbum que tiene las fotos de esa vieja época, cuando jugábamos juntos, ¿te acordás? Na, seguramente no. O sea, yo debo ser el único de los dos con esas inquietudes. O sea, imaginate. Pasaron años de eso. Yo estaba muy distinto entonces. Era más bonito. Pero vos seguís estando igual. Al menos sé que siempre lo vas a estar en mi cabeza. El punto es que mientras pasaba las fotos me di cuenta que cuando las veía no podía recordar… el sentimiento. No se me ocurre la razón, pero a medida que miraba las imágenes, parecían cosas que le habían pasado a otra persona hace mucho tiempo atrás, alguien que conocí junto con alguien que nunca llegué a conocer bien. Eran dos extraños sonriendo en una lámina de cartón.

Eso me hizo acordarme de algo que hablé con una chica my especial hace poco. Si la conocés y todo. Le conté lo que me pasaba y ella me dijo lo que había visto. Cómo éramos nosotros. Que parecíamos desconocidos, porque ninguno sabía nada del otro. Estábamos juntos, no “amábamos”, pero no nos conocimos. Y me di cuenta que en algo tiene razón. Siempre que quise saber algo de tu vida, me esquivabas la pregunta o me dabas respuestas vagas. Igual que vos nunca me preguntabas cosas sobre mí.

Y tuvo que pasar eso. Tuve que hacer esa cosa horrible para que te des cuenta. Recién cuando nos separamos, empezaste a interesarte. Escuchaste los discos que te di. Te tomaste el tiempo de leer lo que te escribía. Empezaste a aparecer en mi vida como no habías estado antes, y me forzabas a estar en la tuya. Pero lejos de hacerme feliz, eso me entristeció. Porque pensé que tal vez todo podría haber terminado bien si hubiéramos sido capaces de romper ese muro entre los dos.

Eso me hace preguntarme ¿Qué fui yo para vos? ¿Un amigo? ¿Una pareja? ¿Un trofeo? Esas cuestiones daban vuelta por mi cabeza. No las soportaba. A pesar de todo, no podía dormir por tras de eso. Y ahora que te maté, no voy a poder saber más la respuesta.

Pero eso ya no me importa. Lo que quería decir es que ya es tarde para querer reparar las cosas. He seguido adelante y creo que soy feliz, a pesar de todo. Nada dura para siempre y mucho menos lo nuestro. Pero siempre me voy a acordar de vos con algo de cariño.

Ahora me voy. No creo que volvamos a vernos.”


El cadáver salpicó un poco de escarcha cuando el hombre salió, cerrando la puerta del freezer.