Otra vez. Siempre la misma historia. Querría que algún día se terminara. Todos los días salir. Al sol. Al día. A fingir algo que no soy. Todos los días a cruzarme con gente que no volveré a ver en mi vida, o que, de hacerlo, no me recordarán y seré solamente una cara más en la multitud.
Luego mi trabajo. Todo el día sentado frente a una pantalla, al igual que mis compañeros. Trabajando mediocremente, al igual que mis compañeros. Pensando en sobrevivir un día más en la mediocridad, como mis compañeros. Sonriéndole e intentando caerles bien a personas cuya capacidad e inteligencia están por mucho más abajo que la mía, pero que pueden hacer con mi vida lo que les plazca. Los detesto. Me siento una oveja más de este rebaño descerebrado.
Pero luego cae la tarde. Y al atardecer, me transformo. Rompo brutalmente la máscara que me vi obligado a usar para vivir en esta sociedad. Y con ella caen mis inhibiciones. Mis miedos. Soy puro instinto. Mis venas son inundadas por la adrenalina.
Y me suelto. Hago lo que me plazca, sin preocuparme por las consecuencias. Soy un animal recorriendo las calles. Soy imparable. Soy yo.
En la noche, mi transformación se acentúa. Ya nada importa. Es como si no hubiera un mañana. Trepo por los edificios, como si pura energía fuera bombeada por mi corazón e inhalada por mis pulmones. Corro en los techos y salto sobre los callejones.
No sé si inconscientemente, pero me dirijo a su casa. Descolgándome por la pared, puedo verla por la ventana. Dioses, es tan hermosa. Mi vergüenza es lo único que me frena a entrar, tomarla en mis brazos, decirle cuánto la amo y besarla. Ella no me ama. Ni siquiera sabe que existo. Tristemente, mi destino es observarla desde aquí. Es todo lo que podré alcanzar…
Desde una colina, observo como el alba se despliega sobre la ciudad. ¿por qué no puedo ser así durante el día?¿Por qué me dejo dominar por los demás?¿por qué no puedo amarla? ¿por qué no puedo ser yo mismo?
No lo sé. Quizás porque nadie se lo planteó nunca. Quizás porque trabajar para caerle bien a los demás es parte de quién somos. Quizás estanos para siempre obligados a usar esa máscara que nos oculta. Y los que no lo hagan serán parios, marginados, extraños. Quizás por la simple razón de que nadie puede ser como es realmente.
Y nuestra máscara se convierte en nosotros.
Quizás para evitar todo eso nos convertimos en artistas, quizás no nos convertimos en artistas sino que nacemos así, con ese sentimiento adentro tuyo que cuando te estas matando lentamente pretendiendo ser alguien que no sos te grita desde atrás de la cabeza "no me puedo hacer esto a mi mismo". Y queres ser arte, queres ser palabra, queres ser sonido, color y movimiento, queres ser energía y no te importa la inseguridad, no te importa el que dirán y no te importa nada mas que ser.
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