El cuarto estaba a oscuras, clausurado. La ventana estaba cerrada con tablas y el olor a cerrado era invasivo. El hombre arrojó el arma inservible y sostuvo a su hija en sus brazos. Trataba con todo su esfuerzo que la niña no note el miedo con el que observaba la puerta atrancada. La pequeña tironeó de sumanga y le preguntó:
- ¿Papi?
- ¿Sí, amor?
- ¿Cuándo se va a morir mamá?
El hombre no supo qué contestar. Los golpes empezaron a escucharse en la puerta
No hay comentarios:
Publicar un comentario