Esta idea se me ocurrió cuando estaba en la cama con mi
mujer. Era temprano a la mañana, y miraba el techo mientras la luz de la mañana
todavía no alcanzaba a entrar por la ventana. Sentía mi boca pastosa, el
cabello grasoso y mi erección matutina empujaba las sábanas, como
desperezándose, pidiendo una excusa para volver a descansar. Me di vuelta a
mirar a mi esposa. Ella dormía casi profundamente. A cada rato temblaba
ligeramente, desnuda bajo las sábanas. Iba a despertarla para atender a ese
pedido de descanso que venía de mi entrepierna, pero cambié de idea. Temía una
negativa, o un rechazo, o una discusión que no deseaba escuchar. Cualquiera sea
el caso, todo parecía demasiado problemático por una petición que podía
satisfacer yo mismo.
Poniendo manos a la obra,
literalmente, me entregué a la tarea. Cerré los ojos y dejé que mi imaginación
volara y que mi mano marcara el ritmo. Sin embargo, al cabo de un rato,
desistí. De todos los escenarios que cruzaban por mi mente en ese momento de
autosatisfacción, en ninguno de ellos estaba la persona que descansaba a mi
lado. Avergonzado, comencé a reprochármelo: ¿Cómo podés hacer esto? ¿Es que no
tenés corazón? Esta justo al lado tuyo ¿Qué pasaría si se enterara de que no
estás pensando en ella? Te dejaría…
Luego no pude evitar que esa
línea de pensamiento se continuara en un escenario imaginario en el que, en mi
mente, yo había engañado a mi mujer con todas aquellas otras de mis fantasías. Se
lo confesaba en una mesa del patio de comidas de algún shopping.
-¿Y? ¿Qué me querías contar? – me
preguntaba mientras bajaba la hamburguesa de McDonald’s y jugueteaba con las
papas fritas. Yo, por mi parte, tomé un trago de la Pepsi que venía con lo que
sea de porquería que me tapaba las arterias y la miré.
- ¿Viste que hay veces en las que
no estoy, que digo que tengo que corregir parciales, que me junto con la banda
o que tengo reunión de cátedra?
-Sí… - me dijo mientras la
sospecha se alzaba poco a poco en sus ojos marrones
-Bueno… no es tan así. Ninguna de
esas veces
- ¿A qué te referís con eso? – Ya
las lágrimas empezaban a aflorar, pero sonrió, como queriendo convencerse de
sólo se imaginaba lo que le iba a decir.
Respiré hondo.
- A que te engañé. Te
engañé. Te lo digo así, clarito, porque no encuentro una forma educada o suave
de decírtelo.
- Pero… ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Con
quién…? – La voz le temblaba y se le quebró en varias ocasiones, pero logró
mantener la compostura.
Yo procedí a explicarle todo. Se
lo dije con una voz tan inexpresiva que me hizo sorprenderme de mi frialdad. Le
dije que hace rato que ya no la deseaba. Que por eso no me dio vergüenza o
culpa hacer nada de lo que hice. Le dije que no se tenía que sorprender, porque
yo había traicionado a otra mujer antes. Le conté de las veces que lo hice. Con
quiénes. Con mi ex, con mis amigas, con sus amigas, con mis compañeras de
trabajo… Dónde… En la ducha, en nuestra cama, en el auto, en el parque, en el
baño del bar, en la oficina de la facultad… Yo seguía hablando a la vez que
ella lloraba y sollozaba y yo hablaba y me explicaba y ella sollozaba y me reía
y ella corría y le gritaba y me burlaba y…
- ¿Amor?
Ella se
había despertado y me había sacado de mi ensoñación. Entrecerraba los ojos y me
miraba con preocupación.
- Te estaba diciendo buen día pero no me contestaste. Estás
como zombi ¿Pasa algo?
Yo le
acaricié su pelo negro, increíblemente sin despeinar.
- Nada, amor, no pasa nada.
- Bueno, aparentemente sí pasa algo – dijo mirando mi
entrepierna con una sonrisa.
Yo la
besé e hicimos el amor. Mientras lo hacíamos, volví a engañarla. Y quizás ella
me engañaba también.
Genial man! mono.
ResponderEliminarYou dirty dog...
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